“Cada uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”
Aristóteles
A partir de esta frase atribuida a Aristóteles, hago la siguiente reflexión:
Hace unos días he tenido un pequeño enfado con un familiar que me envió un comentario por whasapp, al que en ese momento no contesté. Mejor así, ya que como dice el dicho: En caliente es mejor callarse. Así que esperé al día siguiente para responder a sus palabras.
Me di cuenta que si hubiera contestado en el momento de leer su mensaje, las palabras no hubieran sido las mismas que las que puse al día siguiente; donde tuve oportunidad de desdramatizar y contemplar cómo mi ego se fue desinflando con el paso de las horas.
Aún sorprendida por haber caído en este tipo de removidas, me animó el hecho de escribir de forma empática la respuesta que puse. Y además, me di cuenta de lo necesario de llegar a acuerdos previos y de lo útiles que son si se cumplen por consenso.
Por tanto fui dueña de mis silencios durante un tiempo corto, y eso me permitió enfocar el tema de una forma más integradora, restándole importancia y trascendiéndolo, ya que no merece la pena gastar energía extra en ello.
¿Qué hubiera pasado si… contesto al momento? Lo más seguro es que me hubiera convertido en esclava de mis palabras, sin posibilidad de borrarlas, generando un sentir poco amoroso.
En fin, Aristóteles como el gran sabio que era, tenía razón.
Bienvenida al despertar, al darse cuenta de nuestros automatismos y como ponerles remedio.
Que tengáis un feliz verano.
Paz y Amor.
Carmen R. A.
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