Os invito a un viaje consciente desde la visión y actitud del niño o niña que somos realmente en el fondo de nuestro corazón, ávido por aprender y deseoso de crear experiencias nuevas. Usemos esta gran imaginación que disponemos junto a las tremendas capacidades físicas, intelectuales y espirituales que nos caracterizan como seres humanos.
¿Viste acaso la película de Avatar? ¿Viste en algunas escenas cómo los habitantes de ese mundo fantástico respetaban sus tradiciones y vivían en simbiosis con la naturaleza en su planeta? Recuerdo esa conexión energética que manifestaban con total naturalidad cuando se trataba de su entorno, sus bosques y su lugar de origen.
Ahora te invito a seguir el hilo conductor de estas palabras para cambiar la percepción de este escenario desequilibrado actual, a otro escenario que nos brinda la oportunidad de entender la conexión que tenemos como seres humanos entre nosotros mismos y con la Tierra, que es nuestro hogar y soporte, siendo además un gran Ser Vivo, con una increíble capacidad transformadora y consciente, igual que nosotros.
Bajo mi modo matemático de pensar hay un modelo en concreto que rige las manifestaciones de la geografía, del crecimiento de las plantas, de los animales e incluso del humano. Este es el modelo fractal, que es un modelo de autoreplicación consciente, que muestra en distintos niveles de manifestación desde lo más ínfimo evidenciado por el estudio de lo microcósmico hacia lo más supremo, o el estudio de lo macrocósmico, que el todo se encuentra en la parte y la parte se encuentra en el todo. Por ejemplo, cuando miramos a través de un microscopio y vemos ese mundo infinitamente pequeño, o miramos hacia el cielo y localizamos las estrellas y vemos imágenes muy similares que nos hacen preguntamos en uno u otro caso sobre:
¿Qué clase de inteligencia organiza el universo?
¿Quiénes somos?
¿Qué sentido tiene esta experiencia que llamamos vida?
Hago un eco de presentación, hasta llegar al punto evolutivo en el que estamos, pretendiendo ser seres conscientes de sí mismos y conscientes del lugar en el que vivimos.
Os invito a ver a La Tierra, de una forma mucho más amplia. Ya nos presentaron en su momento a Gaia*, la forma más consciente de nuestro planeta, un Ser Vivo, creadora de vida.
Somos un inmenso tejido formado por células conscientes (humanos) que formamos parte del grandioso cuerpo de Gaia*. Este cuerpo no sólo alberga vida mineral, también alberga vida vegetal, animal, humana y otras formas de vida inteligentes que se podrían considerar de un tamaño molecular o atómico. Vamos a ampliar este formato evidentemente físico al siguiente formato llamado etérico. Gaia tiene ese campo etérico al igual que todos sus habitantes, que interactúa con nosotros de una forma muy evidente dando lugar visualmente al medio ambiente y todas sus manifestaciones climatológicas (lluvias, vientos, nevadas, movimientos telúricos, volcanes, etc.). Todo ello se produce gracias a la interconexión de los campos electro-magnéticos que nos conforman a todos los niveles, incluyendo los campos que genera el sol.
Está demostrado que el ser humano emite un campo energético en forma de toroide**, similar al campo energético de la tierra, cuyo eje pasa por los polos magnéticos, el polo norte y el sur. Cuando existe la coherencia en la vida de una persona este campo va emitiendo de forma armonizada ondas que aportan un movimiento fluido de energía. Cuando aparecen las distorsiones por diferentes causas nuestro campo electromagnético se distorsiona y por tanto, nuestros sistemas biológicos como el sistema nervioso, inmunitario, circulatorio también, llegando a producirse un desequilibrio.
Volvamos a la idea del tejido que como humanos vamos formando por todo el planeta. Somos células en mayor o menor medida conscientes de su propia libertad de movimiento, hasta el punto que somos capaces de crear e inventar tecnologías increíbles soñadas previamente por sus geniales inventores. Y con esto: ¿Hasta que punto estamos modificando este nivel etérico en la tierra? .
Añado también a esta reflexión la llamada teoría del centésimo mono***, que estudia los campos morfogénicos. En este sentido un grupo de científicos japoneses realizaron experimentos para instar a los monos que habitaban una isla a que lavaran su propio alimento. Pasado un tiempo los demás monos de las restantes islas fueron realizando la misma acción sin haber tenido contacto directo con los de la primera isla. Esto da lugar a la llamada teoría de la resonancia mórfica.
Extrapolado al ámbito social humano, cuando se realizan descubrimientos en una parte del mundo, también aparecen los mismos descubrimientos en otras partes del mismo. Está claro que hay una conexión más allá de lo físico, de índole energético.
En estos tiempos se ha observado una evidente distorsión en una parte del planeta y en pocos meses por resonancia se ha ido generando la misma distorsión en otros puntos del mismo, implicando países, culturas, economías y mucho más.
Con todo esto, me dirijo a mis <<hermanas células> de este gran tejido conectado más allá de lo imaginable, para tomar consciencia de la gran capacidad que tenemos para cambiar, transformar, hacer realidad, sanar y un largo etc. Nuestro campo electromágnetico propio, está muy aquejado de distintos tóxicos ambientales muy variados, desde los que proceden del mundo de las telecomunicaciones (móvil, wi-fi, satélites), del mundo de la química ambiental o inclusive de los tóxicos pensamientos que producen determinadas noticias con gran carga de negatividad, sopesadas más que todas aquellas noticias positivas que van llegando de boca a boca o que incluso vamos sintiendo cuando meditamos en este hermoso lugar, llamado nuestro ser interno y que nos transmiten la alegría, la gratitud, la confianza o la coherencia, valores para expandir la posibilidad que tenemos de manifestar una increíble fuerza, medible como fuerza de voluntad, un poder creativo único y una ardiente pasión procedente de la energía esencial que somos, el Amor.
Es a este punto donde quería llegar. A esta comunicación abierta, esperanzadora, que se puede visualizar como millones de corazones palpitando en una coherencia única, como la que tenían los habitantes del planeta de la película Avatar cuando entraban en conexión con su Naturaleza.
En estos días nos llegan invitaciones de todas partes del mundo a meditar, a centrarnos y conectarnos con nuestra esencia y solidarizarnos con las demás personas. ¿Te has parado a pensar la tremenda energía que se puede generar con una intención consciente de armonía, de sanación, de claridad, de paz, de abundancia y de bienestar común? Esta energía podrá equilibrar el campo etérico del planeta y el nuestro propio, por resonancia. Para ello es necesario reducir no solo la contaminación ambiental, cosa que está ocurriendo sino también hacer un uso mas lógico de las tecnologías y de los medios de comunicación que tenemos a nuestra disposición.
Volvamos a nuestra naturaleza esencial, a valorar lo natural, a esa ecología casera, al intercambio con otras personas en los que medie un servicio sincero y auténtico. ¿Es que se nos ha olvidado tan pronto? Filtremos todo lo que produzca enfermedad, tenemos mucha información, solo queda ponerla en práctica. Retomemos el cuidado de unas personas con otras y de todo nuestro entorno.
Es hora de visualizar el mundo con todas las características que queremos que tenga: eco-aldeas, energías limpias, agricultura sostenible y ecológica, y un largo suma y sigue….
En todas partes del planeta hay iniciativas beneficiosas para todos, sólo tenemos que cambiar nuestro sistema de referencia a uno más integrativo y saludable, con grandes dosis de sentido común y por supuesto grandes dosis de Amor.
Salgamos a la Luz del nuevo día en el que como humanos seamos Uno, resonemos con coherencia por favor, mostrando la luz y el pálpito de nuestro corazón y comulgando con el corazón de Gaia, nuestro hogar.
Carmen R.A.
* Gaia: Diosa de la creación y de la abundancia, la gran Madre de la creación de la Vida.
** Toroide: figura geométrica en forma de “donut”.
***Teoría del centésimo mono:
Estupenda reflexión sobre lo que estamos haciendo con nuestra Madre Tierra y lo que podemos hacer para restaurar el equilibrio.